Existen dos tipos de carencia de un préstamo. Carencia parcial, en la que el prestatario solo paga intereses en su cuota mensual de modo que no amortiza nada del capital durante ese tiempo, y carencia total, sin pagar nada de cuota mensual, ni la parte de intereses ni la parte del capital. En cuanto a los plazos de carencia, esos suelen variar desde un mes hasta varios años y el período de carencia se puede solicitar tanto al inicio de la vida del préstamo, como más adelante, dependiendo de las condiciones establecidas por cada entidad prestamista.
¿Cuáles son las ventajas de la carencia?
La ventaja principal de solicitar un periodo de carencia en relación a un préstamo personal o hipotecario es que ofrece cierto respiro al cliente. Es decir, permite posponer el pago de las cuotas (parcialmente o en total) hasta que llegue una época de mayor bonanza.
También es posible, en determinadas ocasiones, utilizar el dinero para otros productos financieros o proyectos con capacidad de generar unos ingresos, con los que se pueden cubrir los intereses a pagar.
Utilizar el período de carencia puede salir rentable, especialmente en algunos casos concretos. Puede ser muy interesante si crees que tu situación económica va a cambiar en el futuro. La carencia te ayuda a evitar el riesgo de que no seas capaz de pagar el importe de las cuotas. Sin embargo, recuerda que pedir un préstamo con carencia, sea para financiar un coche, comprar una casa o reformar la vivienda, conlleva también algunos inconvenientes.
¿Qué desventajas conlleva la carencia?
La desventaja fundamental de la carencia es que los gastos totales del préstamo se incrementan. Como sólo se pagan cuotas de intereses durante el período de carencia, la cantidad de estos intereses es superior y el acumulado de intereses pagado hasta la cancelación del préstamo es superior a un préstamo sin carencia. Es decir, el préstamo te saldrá más costoso al final.
También recuerda que lo único que estás consiguiendo es una postergación del pago del capital. La amortización del capital se tendrá que hacer en algún momento, y si no se hace ahora se tendrá que hacer después. Considera también que podría darse la circunstancia de que cuando tuvieras que abonar el capital retrasado te enfrentarás a una nueva situación de dificultad.
Entonces la principal ventaja es que se paga menos hoy, sin embargo, se pagará más mañana, lo que es la principal desventaja. Así, pedir un préstamo personal con carencia te puede venir bien si no puedes hacer frente a las mensualidades, pero es una opción que tiene un coste. En definitiva, es una decisión que cada uno debe de tomar de acuerdo a su situación personal, necesidades económicas y posibilidades financieras para poder afrontar el futuro.
Si no estás de acuerdo con las condiciones de la carencia establecidas por el prestamista, puedes considerar otras maneras de reducir o eliminar temporalmente el importe de las cuotas. Por ejemplo, alargando el plazo de reembolso algunos meses o años y disminuyendo entonces la cuantía de las mensualidades para que sea más adecuada a tus posibilidades. Aunque de este modo al final también acabarás pagando más dinero en intereses.